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Pipi sin vuelta
Cuando era niña, practicaba el atletismo y este es el cuento de mi primera competición.
La competición consistía en correr por las calles y no era nada profesional pero para mí era muy importante.
Como era una niña muy complicada, tenía que hacer pipi siempre antes de empezar. Mi padre y yo fuimos a la cafetería cercana y por supuesto me encerré en el inodoro. Claro que no podía liberarme y empecé a llorar y gritar. Afortunadamente mi padre me oyó y me salvó. Después de eso estaba muy nerviosa porque todo ocurrió unos minutos antes del principio de la carrera. Una vez libre corrí a la línea del principio y casi perdí el start de la carrera.
Al final todo salió bien y conseguí el 19 lugar.
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Pika Murgelj
La mujer cartero
Era un hermoso y soleado día de verano. Tenía casi cinco años. Mi abuela y yo caminábamos por el parque y vimos los patos nadando en el río Savinja. En un momento mi atención atrajo una postura alta con el pelo largo y espeso cargando el bolso marrón de carteros. Excitadamente cogí la mano de mi abuela, la apunté en la dirección de la figura y exclamé: “¡Mira, abuela! ¡Una mujer cartero!” Inesperadamente la persona mencionada dio una vuelta y me sorprendió con barba y bigote. Mi abuela, que no conoce la verguenza, sonrió y empezó a explicarme en voz demasiado alta que también los hombres llevaban el pelo largo y que eso no es nada raro. Aquel día aprendí que el pelo largo no determina el sexo de las personas.
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Anja Žerjav
El aeropuerto de Grobelno
La semana pasada mi amiga y yo fuimos por primera vez en tren a la estación de tren en Grobelno. No sabíamos donde podíamos comprar los billetes de tren y entramos en la primera habitación que vimos. El controlador empezó a reírse y dijo que los billetes se vendían en otra habitación. Compramos los billetes y nos dirigimos al andén, como no vimos el pasaje subterráneo cruzamos las vías. El controlador empezó a reírse otra vez. El pregunto por qué estábamos tan confundidas y mi amiga estaba nerviosa y le respondió que fue la primera vez que estábamos en el aeropuerto de Grobelno. El controlador empezó a reírse una vez más.
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Iza Doberšek
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El viaje a Madrid – ¡gratis!
En octubre de 2015 gané el premio de Pepsi por el partido de UEFA Copa de campeones. Los partidos eran en cinco ciudades europeas: París, Wolfsburg, Londres, Múnich y Madrid. Desde mi infancia yo era aficionado al Real Madrid y ese concurso era la única ocasión de ver el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu. El día del sorteo no tenía ni idea que yo fue elegido por el gran premio. Gané dos billetes por el partido entre el Real Madrid y el Malmo. Junto a dos billetes por el partido había dos billetes de avión (ida y vuelta) y una noche en un hotel de 3 estrellas.
El 8 de diciembre de 2015 fue un día muy especial en mi vida. Yo vi mi equipo favorito en el Bernabéu, en la 20 fila en el medio del estadio. ¡Increíble!
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Andraž Kamerički
Ah, por cierto, nosotros somos eslovenos
Cada año durante las vacaciones de verano pasé dos semanas con mi familia en una ciudad cerca del mar. Hace unos años pasamos dos semanas en un camping en el oeste de la isla Pag.
Un día soleado mi hermana y yo conocimos a cuatro suizos. Eran muy simpáticos y pronto nos hicimos amigos. Así por las tardes jugábamos al voleibol. Un día por la tarde, cuando estábamos jugando vino un grupo de eslovenos, cuatro niñas y un adulto. Jugamos un partido y los eslovenos no se dieron cuenta de que nosotros dos éramos eslovenos también. Así la más pequeña hacía unos comentarios inapropiados durante el partido. Cuando el partido terminó fuimos a decirles: “Bien jugado.” Y también les dijimos: “¡Ah, por cierto, nosotros somos eslovenos!” Casi nos morimos de risa. Fue inapreciable ver sus caras.
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Nejc Lončar
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Una enfermedad grave
Cuando era niña, mis padres y yo fuimos un día a casa de mi abuela que vive en Ljutomer. Mi padre tenía un problema con la salud todo el camino. Pero no dijo nada. Cuando llegamos a casa de mi abuela dijo que tenía el dolor de estomago. Era muy tarde y fuimos a dormir. Por el dolor, mi padre fue a beber un poco de aguardiente. Como bebió de la botella no tenía sensación de cuánto bebió. Por la mañana me senté con mi abuela en la cocina. Mi madre estaba preparando el desayuno. Y mi padre parecía horrible. Cuando se levantó de la cama se cayó en el suelo. Estaba asustada. Mi abuela y mi madre le ayudaron y fuimos al centro de salud. El médico dijo que tenía que ir al hospital. Mi padre se sentía mejor. En el hospital los médicos le hicieron las pruebas necesarias. A las 14 cuando llegaron los resultados de análisis de sangre mi padre estaba bien. Los médicos dijeron que estaba un poco borracho pero sano como un roble. Los médicos se rieron pero mi madre y mi abuela estaban conmocionadas.
Maja Arnič
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Los tiburones no atacan
Hace dos años fui al mar con mi prima y su familia. Casi todo lo hicimos juntos pero ella no quería nadar conmigo porque oyó que el mes pasado vieron un tiburón allí cerca. Todos le dijimos que los tiburones solo atacan si hay sangre cerca por eso no tiene que tener miedo.
El próximo día fuimos de viaje en barco y montábamos una banana. Por fin mi prima fue al mar porque no tenía más miedo. Juntos fuimos a la banana. Ella estaba muy nerviosa. Como mi tío conducía el barco fuimos muy rápido. La caída al mar fue tan fuerte que me rompí la nariz. Estábamos muy lejos del barco. El agua era roja de sangre. Cuando mi prima me vio recordó mis palabras que a los tiburones les gusta la sangre y empezó a gritar: “¡Socorro! ¡Sangre! ¡Tiburones!” Nadie en el barco la oyó solo se rieron. Nunca he visto a prima nadar tan rápido.
El próximo día quería nadar con ella pero ella no quería. Le dije que los tiburones no la van a atacar si no hay sangre y ella me respondió: “Sí, eso es la razón por la que no voy contigo.” Mi prima nunca más fue a nadar.
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Manca Prislan
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No oímos nada
En verano de 2013 fui con mi grupo de baile a Rímini. Fuimos 7 amigas que bailamos en un grupo. Un día después de la competición fuimos al hotel e hicimos cosas normales: cenamos, hablamos de cosas diferentes. Después fuimos cada una a su habitación. Poco a poco todas nos dormimos porque había sido un día duro. En medio de la noche a las 4 alguien dio un fuerte golpe en la puerta. Nadie sabía qué pasaba así que nadie respondió y seguimos durmiendo. Cuando ellos nos despertaron por tercera vez, mi amiga respondió: “¡Si ahora no os vayáis os voy a dar una paliza a todos!” Al final añadió también una palabrota. Al otro lado de la puerta escuchamos a nuestra entrenadora (ella estaba embarazada en el octavo mes) y una amiga del grupo que gritaron que era un terremoto y que éramos las únicas que todavía no habíamos dejado el hotel. Nuestra entrenadora estaba tan nerviosa que casi dio a luz delante de a puerta. Nosotras pasamos el terremoto, sirena de aviso, todo ruido en el hotel cuando dejamos la habitación quisimos bajar en ascensor. ¡Un aplauso para nosotras, por favor!
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Tana Vunderl